Poemas de Marisa Barros en esta web

 8 a soto-vento

1º Nace del sueño

La luna, con la blusa mojada

sonríe y sonríe en su carro de paja…

y otros cuerpos se tornan espigas;

rompiendo en las copas, como las olas

desencajadas,

que contra las rocas escapan del mundo.

 

Sueño...

emociones desérticas en mi intestino

de un paso que se anuncia libertario

a otra libertad no conocida,

¡Primavera de destinos!

 

La inconsciencia menor de la lluvia

tornó con el tiempo,

una postura estoica y apiadada

del propio corazón, que maltrecho,

nacía en el sueño

  como un símbolo.


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       2º La caricia del alfarero

En el taller del moro: barro y agua

recrea recipientes, cuencos hondos;

da su forma soñada: el alfarero,

de la tierra a sus manos…

 

Crecen hacia la luz, concéntricos

movimientos que suben ¡Armonías!

Como besos de bocas entreabiertas.

 

Va pintando el delantal

de barro y agua;

va macando sus huellas dactilares

el alfarero de los sueños.

 

Quedan las huellas de los hombres

en la caricia viva;

quedan las geografías lentas

impregnadas en el tacto.

 

¡Ay, la caricia del alfarero!

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         3º Labio por labio 

La negación no existe;

sino a veces, de un espacio,

de un tiempo definido.

Preciso sólo entonces.

¡El resto espera!

 

Ofrece y ofrece…

su corazón,

como una gran pregunta

entre los labios.

 

¿Quién necesita un beso?

 

Yo te lo doy; de papel pintado

lo envuelvo con palabras cotidianas,

lo desdibujo luego, en tus ojos

para que no lo veas.

 

Sólo así nadie hará preguntas,

ni podrán morder intestinos

rotos de no entender nada;

ruido de cháchara.

 

¿Quién te lo niega?

Y a veces, creo, sería justo:

cerrar la puerta y quedar dentro

¡Labio por labio entregado!

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           4º Dunas de arena

Desierto de mis días y mis noches

¡Me das dunas de arena!

A luz abierta, siempre penetrando,

por estos poros ñaque

que el aire vapulea con paciencia.

 

Me das dunas de arena…

¡No cabalgadas!

La noche modifica sus montículos,

el sol los reconoce y nuevamente:

un beso se hace hueco entre las manos…

 

¡Dunas de arena!

Que cada amanecer inopinado

despierta, con los ojos sorprendidos

ante un yerto territorio sin conquista

que sólo tu sonrisa me levanta.

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5º Mariposas azules

¡Cuántas mariposas azules

se me erizan en la garganta!

Desplegando su polvo mudo

en columpios de infancia,

en la melancolía…

sólo para decir: te quiero.

 

De cada vez, de cada paso,

en cada sueño existe una sonrisa

que declina una nube en el ombligo

y grita: ¡Estoy aquí! ¡Contigo!

¡Despedazado!

 

Deformando el destino

para que sea el tuyo,

recordándote los nombres de las cosas

en su valor profundo:

¡Una sonrisa!

Como una mariposa azul,

va proyectando

tu imagen vertebral: la gran columna.

 

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       6º Con las palabras

 

Con las palabras,

con las mismas palabras engendradas a pares

de cuando andabas descalzo,

con los pies oliendo a cilantro

y arrastrando colores de ocaso nuevo

con tu llave sincera.

 

Con las palabras,

abriendo los cerrojos uno a uno,

probando recipientes con esencias,

brincando en las tormentas cotidianas,

con tus dedos de flecha

de madera vivida y astillada,

silbando en los ombligos

respuestas acertadas en un cuerpo.

 

¡Oh, raíz de diamante ya pulido!

Reventando las piedras a pura fuerza:

a golpes de energía controlada

usando las palabras a bocados.

 

Con las palabras, junto al suelo;

vimos segar los campos que esperaban

de tus ojos el agua, en el ébano mío.

Dejamos correr a los niños y a los gatos

y fuimos hilvanando norias

donde los sueños prendían sus cuadros.

 

Ahora somos más, con las palabras;

para medir persianas

y colocar las lámparas de colores

creando forma y fondo, luz y sombra:

Todo está en la palabra…

 

Con las palabras

voladas en el alma de las cosas…

Girando en las pequeñas estaciones

como un tren dislocado que acumula

fronteras y paisajes inmediatos…

sin detenerse y acaso: ¡ Sonreír!

 

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         7º Vamos llegando

 

Lo que un hombre silencia

se halla detrás de sus ojos,

cada vez que es capaz de hablar con la tierra

y reconoce el valor del profundo respeto.

 

Sencillamente: ocupa su lugar.

Sólo cuando sus pasos

conforman el camino y van llegando.

Un día su cansancio es infinito…

es entonces, cuando mira desde lejos

todo lo que ha creado

y alcanza su armonía, su paz,

reconoce la huella,

su propio zapato,

porque sabe que él: ha quedado allí.

 

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      8º Atrévete a errar y confiesa

 

Atrévete a errar y confiesa,

promúlgate una idea diferente

que te rompa el esquema de estar vivo,

que pueda pasear sin tu presencia

como una sola mente indefinida

una dedicatoria de la sangre

que alude tristemente lo que somos

y que te pique el sol, como una culebra,

con la lengua enredada a tu lengua…

sin poder pronunciarse

como una sola voz.

Fíjate en esos cuerpos transformados

tras los años en flácidas arrugas;

a veces inmóviles, espejos de sol,

otras escurridizas,

raudas y estáticas lagartijas fútiles

como de… o en un pensamiento,

volviendo a su hangar definido

para consolarse y dormir luego.

¡Acaso dormir sea el consuelo!

Pero sus días y los nuestros tropiezan

se miran de frente, retozan confundidos

contra sus propias piernas

y un dolor entre las fauces apretadas

¿Qué no dije del agua?

Todo viene. como todo se va …

después ¡Qué importa!

Uno juega a ir y venir de su memoria:

¡Eso es la vida!   UNIVERSO…

 

Marisa Barros

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