POESÍAS DE PAUSILIPO OTEO GÓMEZ
Semblanza de este poeta autodidacta
Pausilipo Oteo reside desde hace muchos años en la ciudad de Gerona con su esposa. Cuando se jubiló en su trabajo como funcionario del Estado, comenzó a escribir poesías sobre los hechos de los que guarda memoria, o por él vividos cuando era adolescente en su pueblo: Santa María de las Hoyas, Soria, (en cuyo término está parte del "Cañón del río Lobos"); donde también tiene casa abierta, lo que le permite no perder el contacto con los parajes de su entorno, a los que conoce y ama profundamente. Así se constata en sus composiciones, que musicaliza en estrofas bien rimadas. Pausi es un poeta autodidacta y de sentimiento, no sólo cuando escribe poesías como la de "EL MAESTRO DE ORILLARES", sino en su vida diaria. También se manifiesta en la faceta de gran radiestesista que es, la extremada sensibilidad innata que posee.
La poesía de Pausi nos habla de vivencias, pero no es nostálgica... Narra los hechos tal cual los tiene en la memoria; sin fantasear, pero sabe adornarlos con imágenes llenas de color y vida (con una chispa de humor), de modo que nos transporta al instante y lugar que describe con maravillosa sencillez. Hace que nos sintamos presentes y expectantes de sus vivencias y recuerdos de adolescente... Si se decidiese a escribir sus memorias, sería un libro de éxito, lleno de aventuras en las que después de vivir momentos de riesgo, por su ingenio, de todas ellas sale victorioso.
Tiene dos hijas casadas y cuatro nietos, a los que seguro, dedica todo el tiempo que puede a inculcarles el amor que él tiene a la Sabiduría y en particular, "a su tierra soriana"... sin que ellos se den cuenta...
Dedicado al RIO LOBOS reserva de la Naturaleza de Castilla-León |
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Autor: Pausilipo Oteo Gómez | ||
Río Lobos, Río Lobos tus recuerdos me son gratos los parajes que tú encierras nunca yo podré olvidarlos.
Desde la "raya de Hontoria" tú te vas desperezando y llegas hasta el Ucero entre altísimos peñascos.
En tus aguas cristalinas de "las Fuentes" para abajo abundaban los cangrejos, truchas finas y los barbos.
Aguilas, zorros y buitres, tejones, buhos y grajos campean en ti a sus anchas por tus cuevas y picachos, donde la mano del Hombre todavía no ha llegado. - II - Se cuenta de boca en boca otrora tiempos pasados que los lobos a los pueblos muchas veces han llegado; y que la "tiá Valentina" al venir de San Leonardo para quitarlos de encima la romana iba chocando.
Hoy, se ha perdido el sabor de la aventura de antaño; pensar en tu "Encuartadero" cuando subían los carros; las voces de los carreros a las mulas achuchando al mismo tiempo que ellos iban también empujando. - III - Las tormentas por la noche si en la cueva estás metido es algo, que ni a soñar nunca lo hubieras creído.
Es un constante los truenos por el eco repetido que hace pensar a cualquiera lo inmenso del Infinito. - IV - Desde "la Charca del Dengue" se ve "Castillo Villío", con sus ruinas milenarias que más de cuatro han querido rebuscar en sus entrañas porque los viejos han dicho que esconde ricos tesoros de romanos y moriscos. |
De "la Fuente del Rincón a lo alto del Castillo dicen, que no ha mucho tiempo se veía un pasadizo, por donde el agua subían cuando estaban en peligro.
Caminando río abajo vigilado por los riscos llegamos a "San Bartolo" la ermita que el Temple hizo, por el año mil doscientos según se lee en los libros.
Los Templarios la llamaron "San Juan de Otero" al principio y hoy, San Bartolomé por todos es conocido.
Las gentes de sus contornos y de muy lejos venido el veinticuatro de Agosto allí se ven reunidos para celebrar su fiesta entre las rocas y el río.
La gran cueva que hay al frente llena está de pasadizos y que allí los iniciados juramentaban su oficio como monjes y soldados para rezar y hacer guerra a Mahoma y a sus hijos. - V - A los pies de "La Galiana" termina tu recorrido y te entregas al Ucero entre campos labrantíos.
Atrás dejaste tu gloria como soldado bravío entre altísimos peñascos ya has llegado a tu destino.
Eres "RESERVA NATURA" lo tienes bien merecido. Las maravillas que encierras en todo tu recorrido no han dejado de alabarlas todo aquel que ya te ha visto. Por eso, desde estas líneas A TODOS YO LES INVITO QUE VENGAN A RIO LOBOS Y SERÁN BIEN RECIBIDOS.
FIN
Gerona, Marzo de 1.998 |
"EL MAESTRO DE ORILLARES"( Sobre un suceso en Julio de 1.936 en un pueblo de Soria) |
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Entre las cabras y ovejas tres años yo me he pasado; fueron los tiempos de guerra de sustos y sobresaltos.
Los huidos se veían por los montes y sembrados con hambre y sed de Justicia y arrastrando sus harapos.
Muchos salieron un día de sus casas camuflados, pensando todo sería en poco tiempo acabado.
La camioneta fantasma daba vueltas sin descanso y los siniestros estaban intranquilos y acosados; siempre con un ojo abierto para evitar ser cazados. ****** Al Maestro de Orillares la casa le rodearon; era joven y forzudo y dando un felino salto, quiso escapar. Allí estaban los "Falanges" con el fusil apuntando.
Le obligaron a bajar porque se subió al tejado él, que quería escapar, si los pilla descuidados, por barrancos y laderas a los picachos más altos; donde vuelan las rapaces y el cielo se ve más claro. |
Antes de morir sufrió un verdadero calvario. Salen a la carretera, le dicen: "¡Andando! ¡Delante la camioneta, no te vayas a los lados; que te pegamos dos tiros dejándote aquí tumbado!"
Así le llevan corriendo más que correr... galopando. Su corazón no resiste. Sus piernas están temblando. Ya llegan a "la Somaílla"; el pinar se va espesando... prueba suerte... y con un un salto que más parece el que dio un día Alvarado, sale de la carretera y más que correr, volando se mete entre las estepas pensando que está salvado.
Los que hay en la camioneta todos están disparando; ya no se puede mover, ya todo se ha terminado.
Los falangistas se marchan dando "¡Vivas!" y cantando; sin pensar que atrás se dejan... ¡muchos ojos sollozando!
FIN Gerona, Febrero, 1.988 |
Cuando estaba de pastor Donde se da cuenta puntualmente de cómo se le quitó la gabardina al americano, para después, con ella ir a robar las ciruelas al Pedrito |
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Autor: Pausilipo Oteo Gómez | ||
- I - Esta divertida historia entre el Nicanor y yo se llevó a cabo y es cierta cuando estaba de pastor.
Nuestra vida era el descanso entre el Pico y el Cañón; (1) siempre buscando aventuras siempre buscando emoción.
Las ovejas y las cabras pasto abundante tenían en verano por la noche su caídero ya sabían.
Estando en algunos puntos a la hora de rigor se las manejaba bien daba gusto ser pastor.
Se guardaban ellas solas la mayor parte del día; nosotros con trece años no parábamos de "urdirla". - II - Un día estando en el Río antes de salir el sol pasó cerca de nosotros un apuesto pescador.
Nos lo quedamos mirando con muchísima atención pues la ropa que llevaba nos llenó de admiración.
En todos aquellos pagos nunca tal cosa se vio: el gabán blanco sin mancha que portaba aquel "gachó".
Investigar aquel caso unos días nos llevó, se llamaba gabardina lo que tanto nos chocó.
Le llaman "americano" al tranquilo pescador y la gabardina blanca en la Argentina compró.
No podía imaginarse lo que el Nicanor y yo teníamos en la mente para quitarle el ropón.
En la "Peña Palomera", en su cueva, en un rincón dejaba siempre la ropa cuando ya apretaba el sol.
Un perrito que tenía ladraba que era un primor ¡qué majito era aquel perro! nuestras ideas... ¡mejor!
Para sacar los rateles el apuesto pescador llevaba esta y horquilla y del lugar se alejó.
Yo me preparé una honda como los de Manacor y desde "Cabeza el Horno" tiraba con gran furor.
Silban al aire las piedras como balas de cañón; perrito y amo se marchan abandonando el ropón.
Hasta la "Charca del Dengue" les obligué a bajar yo el hombre miraba al cielo como buscando razón.
Desde la "Peña del Roto" ya bajaba el Nicanor y sin que nadie le viera, la gabardina cogió.
Y con ella bajo el brazo el camino desandó y en lo alto del "Caidero" nos encontramos los dos.
Sentados en unas piedras se llegó a la conclusión que mucho podía hacerse con buena organización. - III - Pasado "el Sestil Bajero" y el "Vallejo Covaelagua" entre pizorras y monte nos plantamos en "la Lastra".
En el más mínimo tiempo la misión fue terminada y buscamos al Teodoro para tener coartada.
A casa a comer nos fuimos; aquí no ha pasado nada; ovejas y gabardina se han quedado en la tenada.
Y por la tarde silbando como aquél que paseaba, fuimos a ver las ciruelas que el Pedrito bien guardaba.
Sólo nos bastó un vistazo desde fuera de la tapia para saber que la fruta estaba madura y sana.
Sabíamos con certeza que el Pedrito vigilaba día y noche las ciruelas con la pistola cargada.
(1) "entre el Pico y el Cañón" Pico Navas y Cañón del Río Lobos |
Nos marchamos del peligro con solución aclarada: por dónde había que entrar a las cuatro la mañana.
Se hizo un boceto de plano en nuestra mente avispada, del lugar y sus contornos para no fallarnos nada.
Platicando sobre el tema como de una gran batalla, mi conmelitón y yo, llegamos a la tenada.
Soltamos a las ovejas, la gabardina, allí estaba; se la puso el Nicanor bien parecía un fantasma;
y con los brazos en cruz y las piernas separadas era como un alma en pena que a los vivos suplicara.
Nos echamos a dormir mirando la luna clara esperando que las cuatro de la mañana, llegaran.
Nuestro reloj no era suizo, ni siquiera de Alemania las estrellas con su rumbo las horas bien nos marcaban.
"Las Cabrillas" ya salían, "El Carro" ya se acostaba, "Las Tres Marías" decían que la hora se acercaba.
Y nosotros sin pereza y sin lavarnos la cara llegamos a "La Ladera" después de pasar "La Lastra". - IV - En plan de aproximación y sin ruido y escuchando al objetivo previsto nos íbamos acercando.
Hice yo una descubierta por los puntos acordados por si el Pedrito se hallaba con la pistola apuntando.
Estaba todo tranquilo lo que encontraba a mi paso y al "Nica" comuniqué empleando mi reclamo.
Éste, sin pensarlo más, viendo el campo despejado saltó la tapia tranquilo por el punto ya acordado;
y sin pérdida de tiempo una vez llegado al árbol, se pone la gabardina que quitó al americano.
Yo estaba en mi observatorio por si acaso, vigilando mientras el "Nica", de ciruelas el zurrón iba llenando.
Sale el Pedrito de casa, y yo empleo mi reclamo; pone los brazos en cruz el que está encima del árbol;
al ver aquella figura, sin moverse y todo blanco, dio media vuelta y se fue el Pedrito, solo hablando:
__"Espera un poco, fantasma o lo que seas, malvado que voy a por la escopeta que yo no estoy asustado"__ - V - ¡Vaya rapidez la nuestra con aquellos pocos años, saltábamos como corzos por barbechos y sembrados!
Veíamos por la noche por estar acostumbrados, como si fuera de día, con nuestros ojos de gato.
Y sin pensarlo dos veces del lugar nos alejamos para echar un trago de agua en la Fuente los Milanos.
Comentamos la aventura tranquilos y sosegados porque decía el Pedrito que no había nacido guapo
que se saltara la tapia y menos llegar al árbol, ya que de día y de noche siempre estaba preparado
con la pistola cargada y la escopeta en la mano; dispuesto a pegar dos tiros al que encontrara robando a sus queridas ciruelas que él, había bien guardado. - VI - La aventura que aquí inserto con esto se ha terminado; la gabardina y ciruelas fue un secreto bien guardado para nosotros quedó y con nadie comentamos.
FIN |
Pretendiendo hurtar un conejo Donde se cuenta la extraña aventura que pasó con "El Zurdo de Rejas", al intentar quitarle un conejo |
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Autor: Pausilipo Oteo |
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No digáis que esto es mentira porque es verdad y no miento; la historia que ahora relato pasó en "Vallejo Concejo" interviniendo conmigo el Pedrito del Pañero.
Estábamos de pastores con ovejas y corderos pacían por los Matones la Jabiná y el Ricuenco.
Al "tumbo" estamos jugando; en algo hay que entretenernos, así pasamos el rato y con nadie nos metemos.
También fue casualidad que hacia nosotros derecho, por el Camino del Burgo venía "El Zurdo" que tocaba de gaitero.
Este señor es de Rejas, nosotros le conocemos por eso, cuando llegó le dimos los días buenos.
Charlamos de las ovejas y también de los cencerros y del macho que llevaba le dijimos que era bueno.
Iba a pie, no sé porqué; y encima del aparejo en las alforjas de lana dice que lleva un conejo para en Santa María, mirar si puede venderlo.
Yo, a mi amigo guiño el ojo bien pronto nos entendemos el de Rejas del ramal lleva a su macho sujeto.
Echamos a andar los tres platicando sobre el tiempo el Pedrito queda atrás no se anda con miramientos: mete la mano en la alforja, saca de prisa el conejo; no sabe lo que pasó que se le cayó al suelo. El macho, por no pisarlo se paró casi en seco; al no venir el ramal. vuelve la vista El Gaitero... -"¡Cómo se puso -pardiez- ¡vaya genio!"- --"¿Qué veo ? ¿ése es mi conejo? ¡bandidos! ¡perros!"-- Y uniendo palabra al hecho, corre tras el Pedrito que las patas le valieron. |
Yo, oía muchas voces a pesar que estaba lejos. Decía: "¡Te pillaré aunque vaya hasta el desierto!"
Al no poder alcanzar al causante del jaleo se puso como una fiera perjurando y maldiciendo
Empezó a lanzarle piedras que del suelo iba cogiendo ¡Qué "sobaquillo" tenía ! parece que le estoy viendo.
El Pedrito zigzagueando volando, más que corriendo las manos a la "chilustra" se llevaba, cuando al viento silbaban aquellos "gurrios" alrededor de su cuerpo.
La distancia se alargaba se veía por momentos; desistió de darle alcance haciendo mil aspavientos.
Llegó donde estaba el macho, coge el conejo del suelo, en las alforjas de lana, cuando lo estaba metiendo no paraba de decir: "No había derecho a aquello"
Yo por si acaso, me fui a esconderme en un enebro, no la liara conmigo porque el hombre "estaba negro"; del berrinche que cogió casi le falta el resuello cuando yo le vi llegar... ¡"patitas para qué os quiero"!
Se marchó refunfuñando en un continuo lamento le oía yo que decía. --"¡Sólo faltaría eso! ¡Después de toda la noche poniendo lazos y cepos... que vengan estos mocosos y se lleven mi conejo! ¡Para que otra vez te fíes de éstos que parecen buenos!"--
Estos hombres del capote son sencillotes y atentos pero si alguno les toca lo que de verdad es de ellos... ¡se defienden con tesón sin escatimar los medios!
FIN
Gerona, Abril de 1.988 |
Las bellezas de mi pueblo(Donde se da cuenta de los lugares que pueden ser visitados en el término de Santa Mª de las Hoyas; en especial sus cuevas) |
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Autor: |
Pausilipo Oteo Gómez |
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- I -
Santa María de las Hoyas pueblo de pan y resina; también se cría en tus pastos abundante proteína.
En tu término se hallan parajes llenos de vida que yo con mi torpe pluma quiero explicar de corrida las maravillas que encierras que son poco conocidas.
En "La Muela del Castillo" dice la arqueología que en tiempos hubo allí un fuerte que servía de vigía para controlar la vega de Orillares a Nafría.
Hoy se conserva muy poco de lo que allí había un día; en el centro hay un gran pozo que de cisterna servía para recoger las aguas cuando del cielo llovía.
Por la parte de Poniente, de defensa están las riscas; los cimientos que hoy se ven mirando hacia el medio día, están hechos con mortero fuertes, como roca viva.
En la ladera "El Villar" entre piedras bien unidas, se han descubierto unas tumbas de fecha desconocida; en una, un hacha de sílex por cabecera tenía.
Se dio cuenta del hallazgo a la Autoridad debida; nadie las ha despertado allí siguen bien dormidas. - II - A los pies de la ladera en una extensa solana existió un pueblo de moros que le llamaron Miranda.
Los restos que allí se ven: tejas rotas de sus casas; tumbas en un terraplén por el tiempo socavadas; sólo la ermita está en pie bellamente situada en lo alto de un alcor de forma redonda y plana que lleva el nombre del pueblo que un día allí se fundara; y, desde Santa María, por el cielo recortada, se ve la ermita que hoy por todos es venerada y que siempre se ha llamado Santo Cristo de Miranda. - III - Si hacemos un recorrido por el "Villar" a "la Lastra" entre jabinas y pinos llegamos a "Covalagua".
Hoy es fácil ver la cueva porque se entra a pata llana, antes, había un horcón por el cual siempre bajaban los que tenían valor y el peligro despreciaban, para poder disfrutar dentro de la inmensa sala de las bellezas que hay y contemplar su agua clara que destilan las calizas gota a gota continuada que se recoge en pilitas por ellas mismas formadas.
Las pocas estalactitas que se conservan intactas están en lo alto del techo expuestas a la mirada; ya que el Hombre ha destruido de forma discriminada las que ha podido alcanzar con palos, piedras o hachas.
En el suelo están los restos que los vándalos dejaban después de seleccionar las que más interesaban.
En tiempos desapacibles o llovizna continuada en la cueva, los pastores jugábamos a "la calva".
El pan pasaba de mano si aquel día no atinabas el que ganaba, tranquilo lo repartía a sus cabras; no comiendo el perdedor en toda aquella jornada. |
Ha salido a colación esta historia ya pasada para que vea el lector la vida que se llevaba; ¡qué diferencia de hoy! los pastores, ¡cómo fardan! con su bota y transistor y con coche se trasladan por la mañana y la noche de su casa a la tenada. - IV - Atrás dejamos la gruta y por el "sestil de Mangas" se llega a las "Covatillas", donde se dice que el Janda entró por un pasadizo con el fin de buscar agua; regresó medio asustado, nunca dijo por qué causa.
No se sabe a que es debido pero siempre se relata que las tormentas alí son tan fragosas, que espantan; los pinos de sus contornos heridos del rayo se hallan y dicen los entendidos en estas cosas del agua que debajo de las cuevas hay corrientes subterráneas. - V - Si se camina hacia el Norte, dentro de un hoyón metida la cueva "los Candalones" encontramos enseguida.
Es muy difícil entrar y más, si cae llovizna porque la tiera que hay siempre está resbaladiza.
He bajado un par de veces con soga, atado y sin prisas; el horcón por escalera y agarrándome a las riscas.
Cuando se ha llegado al suelo da placer y da alegría porque el ojo ,poco a poco va viendo las maravillas que en los techos y paredes ha formado día a día la madre Naturaleza entre la piedra caliza.
La primera vez que entré en la cueva referida fue, acompañado de dos amigos que yo tenía.
El ovillo de bramante y linternas con sus pilas unas botas resistentes es lo que más necesitas si quieres salir airoso por aquellas galerías. Si soltaras el bramante al volver te perderías ya que un Dédalo parece como el de la Creta antigua.
Ora ves aquí un barranco, ora otra cosa que admiras; por doquier cuelgan del techo formando mil figurillas en una orgía danzante un sinfín de estalactitas. - VI - No hay noticia de persona que haya llegado al final; ni ver la puerta de bronce que dicen que dentro hay.
Desde tiempos de Viriato pasando por el Islam, de boca en boca ha llegado -la puerta que hay que pasar, tiene un letrero que dice: "Entrarás, entrarás, pero no saldrás"
La cerda con sus cerditos que tanto ha dado que hablar, dicen que es de oro macizo como no se vio jamás; y que dichos animales, dentro de la sala están esperando que alguien llegue que se los quiera llevar.
Así las generaciones, van pasando sin cesar transmitiéndose la voz como si fuera un cantar: "Para llegar al tesoro el letrero hay que cruzar, ése que dicen que dice: "¡Entrarás, entrarás... pero no saldrás!" " Continuará....... FIN Gerona, Marzo de 1.988 |
Santo Cristo de MirandaAutor: Pausilipo Oteo Gómez
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Querida familia y en particular, mi sobrina Elena Ayuso Oteo
Te mando esta carta con la poesía del Bendito Cristo de Santa María
La inventé en Septiembre por la mañanita el día catorce antes de ir a misa.
Estaba tranquilo sin ninguna prisa y sin más ni más los versos salían.
A mi hermana Flora le dije aquel día: ¿te parece bien? Bien la parecía.
Sin pensarlo más los copié en cuartilla y hoy te los mando querida sobrina para que los leas a ver tú, qué opinas.
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Santa María de las Hoyas tiene la cuesta empinada por donde se sube al Cristo Santo Cristo de Miranda Es una ermita pequeña toda pintada de blanco donde Jesús sonriendo a todos está esperando. En el día de su fiesta alegres y bien vestidos acompañando a la Virgen la cuesta arriba subimos. Y con cánticos y bailes pedimos siempre lo mismo que no libre de los males Señor Mío Jesucristo. Y aunque los años se pasan y con ellos nuestras fuerzas nuestra Fe sigue aumentando más sincera y más completa. Todos los hijos del Pueblo cuando llegan estas fechas a Ti dirigen su vista con amor y con fe ciega Y el 14 de Septiembre como hijos bien queridos subimos al Santo Cristo. |
Nos postramos a tus pies con alegría sincera por habernos conservado un año más de existencia Y también todos pedimos con Fe y sana consistencia por nuestros seres queridos que ya están en Tu Presencia. Ellos Te vieron igual, como yo, donde yo miro por eso me alegro mucho y me consuelo a mí mismo. Nuestra pena se hace alegre cantando Tu Gloria siempre para que al año que viene podamos venir a verte Y decirte una y mil veces de rodillas a tus pies nos arropes con tu manto por siempre en la vida amén.
FIN Gerona, 11 Octubre de 1.990
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El timo de la carteraDonde se narra un suceso que demuestra cómo "el timo de la estampita" se practicaba antiguamente en las ferias.
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Autor: Pausilipo Oteo Gómez | ||
San Esteban de Gormaz es un pueblo ribereño con una vega feraz que la baña el río Duero.
El día once de Noviembre desde inmemoriales tiempos se celebra allí una feria antes que llegue el invierno.
Tratantes de blusas negras y cachavita de fresno afluyen de sus contornos y también desde muy lejos.
Tres días dura la feria; lleno de gente está el pueblo, unos con buena intención otros emplean su ingenio por ver si pueden hacerse, con engaños, de lo ajeno.
El Marianito, una vaca lleva a cambiar por dinero y después comprar un burro, aunque no sea muy bueno, para el transporte de leña en los meses venideros.
Los que tienen que vender algún animal por viejo, la noche anterior se juntan y deciden al momento quién arreará las reses y cómo llevar el "pienso".
La madre del Marianito le preparó con cautela una como carterita atada con unas cuerdas que rodeada a su cuello comprobada y bien sujeta debía llevarla siempre como su fiel compañera para meter los billetes cuando la vaca vendiera.
Al salir por la mañana, en el umbral de la puerta le dijo: "¡Hijo mío, no te fíes ni de tu misma chaqueta.
El Marianito contento, como si fuera a una fiesta silbando una cancioncilla, camina entre los que arrean.
Otros, van en sus caballos llevando la impedimenta para pasar esos días que siempre dura la feria.
Llevan mantas y comida en pucheros y cazuelas para arroparsen y comer como buenamente puedan.
No hay posada para todos, imposible que así sea ya que el pueblo es muy pequeño para la gente que llega.
Sobre las doce del día arribaron a la feria unos, quedan con las reses otros, al pueblo se llegan a buscar alojamiento porque las noches son frescas.
Han encontrado un casillo donde guardan ovejas y conciertan con el dueño con regateos y quejas cuánto costará la estancia los tres días de la feria.
Mientras tanto en el ferial un tratante de Vinuesa, al Marianito, la vaca le compra y le da las "perras". Y sin pérdida de tiempo las mete en la bolsa aquella que su madre preparó para evitar que las pierda.
Mirando comprar el burro va por allí dando vueltas no le ha gustado ninguno y se dice al fin de cuentas, que se marcha por el pueblo a buscar la impedimenta.
En una calle estrechita de las que abundan por fuera a un señor que va delante se le cae una cartera; presuroso el Marianito se agacha al suelo a cogerla; otro que viene detrás, le chista con gran cautela diciendo no diga nada, con aspavientos y señas.
Quieto queda el Marianito mientras el otro se acerca y le dice muy bajito: "-Esta cartera es bien nuestra-" "-¿Tiene mucho?-" "-¡Déjeme que pueda verla!-" y el bueno del Marianito por las buenas se la entrega. "-¡Cuántos billetes!... ¿Los ves? (parece se los enseña) "- toma, toma, guárdela esto es una gran riqueza -"
Como autómata obedece y en el bolso la chaqueta la guarda con gran cuidado como si sagrada fuera.
El "listo", sigue diciendo: -" ¡Vámonos a aquellas huertas, nada hay que decir a nadie, lo repartimos a medias! "-
En un tobogán sin fondo el Marianito se encuentra, no habla ni una palabra, sólo en la cartera piensa.
Iban andando en silencio por las estrechas callejas hasta que el "listo" se para, se echa mano a la cabeza como si algo se olvidara o que entonces se recuerda de alguna cosa importante que tiene que ir por fuerza.
-" ¡Qué tonto soy!. no me acordaba siquiera que un gran amigo de Soria me está esperando en la feria...
Yo me tengo que marchar; es un acto de conciencia. Lo podemos arreglar de la siguiente manera: Deme el dinero que lleve y yo le doy mi tarjeta y después que bien lo cuente lo que hay en la cartera, esta noche echamos cuentas donde ponen estas señas"-
-" Llevo poco" - -"¿Cuánto?" -"Tres mil doscientas pesetas"- -"¡Es igual! ¡démelas! no se preocupe por ellas que en la cartera que tiene hay muchísimas como éstas!" -
El Marianito asustado obedece con presteza, llevando la mano al cuello tarde de encontrar la cuerda. por fin, medio suspirando saca la bolsita afuera, echa mano a los billetes y con cara lastimera, mirándolos embobado al truhán se los entrega.
Antes de marcharse éste una vez más recomienda: -"¡Cuénte Vd. bien los billetes y después, cuando anochezca se viene a la "Fonda Ruiz" y me da la diferencia. - III - Mientras el otro se marcha le despide con la mano, se acuerda de los billetes que con él se va llevando.
Al principio, caminaba; más tarde, aligera el paso; después, se pone a correr y al final, como volando.
No le gusta al Marianito con la prisa que ha marchado pero para él se dice: -"¡Qué hombre más confiado! Sin conocerme ni nada el dinero que ha dejado en la abultada cartera para después de contarlo le lleve la diferencia a las señas que me ha dado"-
Queda solo el Marianito a la cartera palpando: -"¡Pues sí, la llevo; voy allá abajo a contarlo"-
Pero malos pensamientos a su mente van llegando que aumentan con persistencia al tiempo que va pasando.
Un sudor frío en la tarde parece que está anunciando que es imposible que pase lo que a él le está pasando.
No puede seguir más tiempo a la duda soportando y a la puerta de un casillo que se encuentra abandonado se pone a abrir la cartera, por si lo que piensa es falso.
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No cree lo que está viendo y febrilmente mirando no encuentra más que papeles que se hallan colocados como si fueran billetes salidos del mejor banco.
Imposible describir el momento de aquel cuadro: le están temblando las piernas y le tiritan las manos, al mismo tiempo que busca con ligereza de gamo entre todos los papeles algún billete olvidado.
-"¡ Nada ! ¡Todo es inútil !"- dice como sollozando; y buscando la tarjeta veloz como el mismo rayo ha cambiado en un momento y por su mente ha pasado que sus queridos billetes pueden ser recuperados.
Recogidos los papeles y la cartera guardando el camino le desanda con la tarjeta en la mano.
Mira en las calles que pasa como aquel que está buscando su tesoro más querido por ver si puede encontrarlo
A un señor que por la calle en sus casas va pensando le pregunta presuroso por la fonda "Ruiz Encabo".
Amable y correcto el otro con la mano ha señalado al mismo tiempo que dice: -"Tuerza a la izquierda y al lado se encontrará con la fonda por la cual me ha preguntado"-
El Marianito se marcha corriendo, casi volando, tanta prisa es la que lleva que ni las gracias le ha dado.
Llega a la fonda y remira como aquél que está oteando por ver si entre aquellos hombres está el sujeto buscado.
Se abre paso entre la gente y hasta la barra ha llegado y pregunta a un camarero por el señor Ruiz Encabo.
-"Soy el mismo. ¿Qué desea?" -"Vengo a este señor buscando, ya que pone en la tarjeta que aquí se halla hospedado"-
Mientras el fondista está a la tarjeta mirando la cabeza va moviendo ora a un lado, ora a otro lado como queriendo decir que todo aquello es falso.
Por fin, se decide a hablar al Marianito mirando y le dice sin ambages que el señor que va buscando en su vida no le ha visto y menos allí hospedado.
¡Qué sudores! ¡Qué suspiros por doquier le van llegando! Y no tiene más remedio, aunque sea sólo un rato, apoyarse en la baranda totalmente mareado.
Y la mujer del fondista que todo lo está escuchando, para que se reanime, un vaso de agua le ha dado y acercándose le dice: -"¡Díganos lo que ha pasado!"-
Lo que pasó aquella tarde a los dos va relatando parecía un alma en pena de ésas que tanto se ha hablado.
Se encontraba el Marianito muy triste y desconsolado y entre suspiro y suspiro cuenta todo sin reparo.
El fondista y su mujer después que le han escuchado piensan los dos en lo mismo y dicen que le ha timado.
Nunca tal palabra oyó, ni trató de averiguarlo; le han quitado los billetes y el hecho está consumado. - IV - Y con un sencillo "¡Adiós!" a los fondistas les deja con sus pasos vacilantes va por las calles estrechas sin saber adonde ir sólo en los billetes piensa.
-"Con los del pueblo, ¡ni hablar! ¡Qué bochorno! ¡Qué vergüenza! ¡Me voy por esos barancos a donde nadie me vea!"-
La noche se le echó encima con la luna casi llena, parecía que corría entre nubes cenicientas.
Y por la parte del norte el cierzo sopla con fuerza; ese viento del Urbión que en las casas nos congrega alrededor de una lumbre con una fogata buena.
A un montecillo llegó el Marianito sin fuerzas y al arrimo de un enebro se pasó la noche en vela.
El montón de pensamientos que la cabeza genera bastaban para escribir una bien triste historieta.
Sólo pensar en su madre cuando todo lo suopiera era para desear que le tragara la tierra.
Ella, que antes de salir le preparó con cautela la bolsita atada al cuello advirtiéndole con fuerza que no la soltara nunca aunque la vida perdiera.
Con el primer resplandor anunciando el sol que llega, se levantó soñoliento y entumecidas las piernas.
Empezó a andar sin saber dónde sus pasos le llevan, al mismo tiempo que iba apretando la chaqueta ateridito de frío los dientes le castañean.
Un buen rato caminó, se puede decir que a ciegas, pero no se equivocó porque la leal querencia le tiraba hacia su pueblo aunque él no lo quisiera.
Así llegó a la tenada que la llaman de la "Onseca"; se escondía de la gente, no quería que le vieran.
Pronto preparó una cama con hierbas y ramas secas y haciéndose un ovillito se pasó las horas muertas; sin comer y sin beber deseando se muriera. - V - Ya se terminó la feria ya todos vuelven a cas nadie ha visto al Marianito desde el día de llegada.
El fardel con la comida y la arrebujada manta se lo entregan a su madre, al tiempo que comentaban que la vaca la vendió misma tarde de llegada.
Mil conjeturas se hacía la gente toda asustada cada uno a su manera en lo más malo pensaban.
unos, muerte repentina otros, marchado de casa el de más allá, que ahogado o caído en una zanja, y algunos más entendidos hasta de secuestro hablaban.
La noticia se extendió por toda aquella comarca y una batida se dio por ver si se le encontraba.
Por fin, llega la vanguardia a revisar las tenadas, los pastores le encontraron; lamentable era su facha.
Sin comer y sin beber tres días así llevaba, le montaron en un burro y con él fueron a casa. Junto al amor de la lumbre presente su madre estaba, contó lo mejor que pudo esta historia pre-citada. FIN |
La pistola y el cabreroDonde se da cuenta puntualmente de cómo se le quitó la pistola al cabrero de Orillares y otras cosas dignas de mención |
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Autor: | Pausilipo Oteo Gómez | |
- I - Con ovejas y con cabras yo pronto tuve que ir porque mi hermano se fue a la guerra a combatir.
Aquel año treinta y seis de zozobra y sustos mil, se cambiaron muchos mozos de la cachava al fusil.
Y sin poder rechistar el zurrón me tocó a mí y por montes y barbechos con el ganado me fui.
Hay que ver las aventuras que yo pasé por allí, las buscaba muchas veces para contarlas al fin. - II - La historia que ahora relato aunque parezca ficción se llevó a cabo y es cierta cuando estaba de pastor.
Planeada y pensada por el Nicanor y yo, entre el "Pico" y "Covalagua" y el "Vallejo del Hoyón".
Me llevaba a mí dos años, el dicho conmelitón, por eso el que allí mandaba con acierto o sin razón era, sin más comentarios, el famoso Nicanor.
Eran tiempos violentos de huidos y desplazados y hubo noche que se vio entre el monte y los sembrados alguno que le buscaban o que se había escapado de las garras de Falange cuando iban a matarlo.
Un día le dije al "Nica" que había visto, medio oxidado, un revólver, en mi casa dentro de un cajón cerrado. -- "¡ Tráele !" -- me dijo sin más pensarlo.
Durante todo aquel día hablamos tendido y largo llegando a la conclusión que teníamos que "armarnos". - III - Llegamos a la tenada, encerramos el ganado y marchamos por "la Lastra", "El Castillo", el de los Moros Cubillo y los prados. Casi en silencio está el pueblo ya que están atareados entre viejos y mujeres en recoger los sembrados y algún mozo que a la guerra, todavía no han llamado. - IV - Una vez llegado a casa y sin que nadie me viera al camarote me subo por una endeble escalera para coger el revólver que en un cajón de madera, envuelto con unos trapos y atado con unas cuerdas, había encontrado un día rebuscando ropas viejas.
Allí se encontraba el arma, sólo me costó cogerla, al principio, me pesaba remordíame la conciencia; daño, pensé que no hacía nadie se acordaba de ella; los tiempos lo requerían y no hay que darle más vueltas.
Los proyectiles se hallaban envueltos en una tela, tantos yo no me esperaba eran por lo menos treinta.
todo lo envolví con trapos que luego até con dos cuerdas; con el bulto bien liado bajé por las escaleras, en el zurrón lo metí, nadie yo vi que me viera.
Por la tarde me marché como siempre, a las ovejas, al Nica me lo encontré de espera en la "Fuente Vieja".
- ¿Lo has traído? - fue su palabra primera, yo, asustado y cohibido dije que sí, por señas.
Si al Nica se le metía una cosa en la cabeza no paraba noche y día aunque empleara la fuerza hasta que no conseguía lo que quería su "testa". - V - Por la senda del Castillo llegamos hasta la Lastra allí nos juramentamos; de testigos: saltamontes y cigarras; "que aunque no fuera la vida nunca diríamos nada de dónde había salido la ya mencionada arma. - VI - Por una casualidad pocas veces repetida nos enteramos un día que en Orillares había uno que guardaba cabras que una pistola tenía.
Y nuestra mente avispada día y noche repetía: "tenemos que ir a por ella con coraje y valentía".
Muchas propuestas hicimos por ver cuál mejor sería: cómo, cuándo y a qué hora más descuidado estaría.
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Concretamos ir a ver las costumbre que tenía, cuando soltaba las cabras y sitios que recorría.
Pensábamos con acierto que dar cuenta no podía porque entonces, las pistolas estaban intervenidas; por lo tanto, aunque robada callarse, más le valdría.
En el "Cañón Río Lobos" a la sombra de una umbría dejamos a las ovejas y por el "Quemado" arriba "Valdelacalera" abajo se llega a la "Muniquilla"
En el "Monte del Baldío" nos metimos enseguida, ¡qué bien se va por la sombra, cuando el sol está en su cima, entre pinos bien reverdes en un caluroso día!
No dejábamos de hablar de la aventura prevista y más que dos pastorcillos parecíamos ardillas que evitan de pino en pino las miradas imprevistas.
Así, llegamos al sitio a la hora requerida; nos quedamos en un risco que nos sirvió de guarida, desde allí se ve Orillares, sus contornos y salidas.
Los minutos se pasaban con igual monotonía esperando que el cabrero por dónde y cuándo saldría.
El astro Sol declinaba, las cabras, nunca salían, por fin, se oyó el cuerno lejos, como el de Roldán un día, anunciando que las cabras los vecinos soltarían.
Todo estaba ya previsto y la forma convenida que al quitarle la pistola no se causaran heridas.
Al unísono los dos saltamos con alegría porque el cabrero y las cabras hacia nosotros venían.
Se acercaba por momentos silbando una cancioncilla. El Nicanor, dijo: "¡Quieto! No te muevas y vigila; cambiémonos las chaquetas que no me fío ni pizca de este tío que es más listo que Merlín y su cuadrilla"
El cabrero se sentó a la sombra de una encina mientras las cabras alegres de los chaparros comían.
Llegó el momento esperado planeado en tantos días, todo estaba coordinado con la estrategia precisa.
Escondido yo quedé sin nada perder de vista; el Nicanor se levanta puesta ya mi chaquetilla. ¡vaya tipejo más raro! yo no sé que parecía y, aunque no eran momentos de alegría ni de risa, me quedaba yo mirando al verle en aquellas pintas que llegado al objetivo, el cabrero, qué diría.
La navaja que llevaba, de Albacete allí ponía, con siete muelle contaba cuando la hoja salía; parecía bayoneta de la fiel Infantería.
Estaba en mi observatorio sin nada perder de vista; mi conmelitón llegó, vio, actuó y vencía a semejanza del César en las batallas Alpinas.
Una seña me bastó con la cabeza movida para saber, que la pistola de mano cambiado había.
Hablaba mi compañero pero yo nada entendía, se dirigía al cabrero con las manos hacia arriba, por fin, pude comprender lo que éste al otro decía:
"¡No te vayas de la lengua, en ello te va la vida, estate aquí quietito sin volver atrás la vista porque yo siempre he tenido excelente puntería!"
Del lugar nos alejamos con ligereza de ardillas, describimos un gran arco por si alguien nos veía, no fiándonos de nadie ni de noche ni de día. - VII - Llegamos sin novedad a nuestra querida Lastra, nos sentíamos seguros cada uno con un arma.
La luna ya se veía las estrellas se anunciaban al Astro Rey esperamos para tranquilos probarlas, saber nuestra puntería y también, dónde alcanzaban.
Satisfechos nos quedamos las pruebas realizadas; ya todo se terminó y aquí no ha pasado nada.
FIN |
Filosofía en poesía El vivir en este mundo si lo miras bien mirado, qué más da vivir mil días qué mas da vivir mil años;
si al final de la jornada aunque no se quiera estamos en la casa comunal donde todo ha terminado.
La Madre Naturaleza más sabia que los Humanos ha puesto una ley a todos: que todos morir tengamos.
Aquí no se escapa nadie: ni reyes, patas, ni santos, ni valen las influencias, ni dádivas, ni regalos.
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Allí se quedan los huesos que han roído los gusanos y todo se vuelve polvo que al transcurso de los años... como materia que es, rodando por el espacio, el viento se encarga solo de juntarnos como hermanos.
Por eso yo a todos doy este consejo de sabios. "vivir lo mejor posible mientras la vida vivamos; alejando las rencillas que sólo dan malos ratos y olvidarnos del reuma, de la artrosis y los "callos""
FIN Gerona, 20 Septiembre de 1.993
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Oteo desde el otero por ver si veo venir por aquel largo sendero la felicidad sin fin.
Ya me canso de mirar un día y otro al venir, sólo polvo es lo que puedo a lo lejos distinguir. |
"No mires más, que no viene" -escucho a una voz decir- "La felicidad que buscas, la llevas dentro de ti".
FIN Gerona, diciembre de 1.996
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A los niños y niñas el Día de Reyes
Ya vienen los Reyes por el Arenal traen muchas cosas qué me traerán.
Vienen del Oriente anda que andarán la Noche de reyes me visitarán
Yo pondré el zapato en el ventanal si soy bueno o malo ellos lo dirán.
Me voy a la cama; empiezo a soñar que ya están muy cerca se les oye hablar.
"El niño que dentro de esta casa está, siempre fue muy bueno" -dice el Rey Gaspar- |
"Los deberes hace con gran voluntad y al cole contento todos días va.
También comió siempre muy bien y sin dar disgusto ninguno, a papá y mamá".
Y al Paje le dice que a su lado está: "Coge la escalera, sube al ventanal.
Mira a ver la carta que escribió el chaval; deja lo que pide y un poquito más.
Si se porta bien y sigue formal al año que viene le traeremos más.
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