Cuando en tu ramaje empieza
el
silencio a dormitar,
¡qué
bien rimas, buen pinar!
con
mi entrañada tristeza.
Cuando fulgores divinos
asaetean
la tarde,
¡con
qué resplandores arde
el
cobre de tus mil pinos!
¡Qué bien lucen en el cielo,
en
tus erguidas pinadas,
las
mil agujas clavadas,
en
el azul terciopelo!
|
Serio pinar, sin estruendo
con
el silencio por arte,
tan
sólo con escucharte,
sin
hablarme tú, yo aprendo.
Pues me invitas, pinar mío,
con
tu silencio discreto
yo
te contaré en secreto,
cuitas
que a nadie confío.
Mientras absorto presencio
la
paz del pinar dormido,
detrás
de un tronco escondido
un
pico, pica el silencio.
|